EL MES DE NOVIEMBRE NOS SORPRENDEN CON UNA MIRADA “kitsch”
El día 2 a las 19 h, función exclusiva para jóvenes menores de 28 años a 10 €
Los días 4, 6. 9, 10 y 12 de noviembre de 2022 se presenta en el Palau la opereta en dos actos:
EL CANTOR DE MÉXICO, con música de Francis López
Con libreto de Félix Gandera y Raymond Vincy en versión libre de Emilio Sagi
La opereta “Le chanteur de Mexico” fue compuesta por Francis López para el artista del momento en París, el popular artista vasco Luis Mariano, y se estrenó, con un éxito arrollador, el 15 de diciembre de 1951 en el Théâtre du Châtelet de París. Ese día el telón se levantó para consagrar un gran éxito de la cultura popular, una opereta que iba a representarse 905 veces seguidas, primero con Luis Mariano como protagonista indiscutible; luego, desde el verano de 1952, con la ayuda de Rudy Hirigoyen.
Para el ovetense Emilio Sagi, la puesta al día de la obra pasa «por aportar al público una mirada parcialmente kitsch al tiempo que dadaísta de un libreto sensual, cargado de nostalgia y a la vez alegremente despreocupado».
La opereta “El cantor de México” se ha llevado a la escena, a la televisión (por el mismo Luis Mariano) y el cine en una versión de Richard Pottier. La versión cinematográfica en color y cinemascope fue coproducida entre España y Francia y estrenada con mucho éxito.
Venturas y desventuras de un joven que descubre el amor en París y el éxito en Technicolor.
Equipo creativo
Dirección musical: Óliver Díaz
Dirección de escena: Emilio Sagi
Escenografía: Daniel Bianco
Vestuario: Renata Schussheim
Iluminación: Eduardo Bravo
Coreografía: Nuria Castejón
Reparto
Eva Marshall: Rossy de Palma
Vincente Etxebar: José Luis Sola
Riccardo Cartoni: Enrique Baquerizo
Cricri: Sylvia Parejo
Bilou: Toni Marsol
Señor Boucher: José Luis Martínez
Señorita Cécile: Ana Goya
María: María José Suárez
Lupita: Nagore Navarro
El maestro del coro: Miguel Huertas
Tizoc: Eduardo Carranza
Cor de la Generalitat Valenciana
Director Francesc Perales
Orquestra de la Comunitat Valenciana
Producción del Teatro de la Zarzuela en coproducción con la Ópera de Lausanne
Como presenta Emilio Sagi, la puesta al día de la obra pasa “por aportar al público una mirada parcialmente kitsch al tiempo que dadaísta de un libreto sensual, cargado de nostalgia y a la vez alegremente despreocupado”. Para él, se trata de conservar el carácter de “puro entretenimiento” que tenía la obra y dice haberse inspirado en su “pasión por lo barroco”. Estima que una buena referencia conceptual es la de la novelista mexicana Elena Poniatowska, capaz de combinar un cierto rigor matemático en la construcción, con una apoteosis de desmesura, que recuerda “el cuerno de la abundancia que, confundimos con higos, plátanos mayestáticos y flores carnívoras”
“La propuesta que se presenta muestra un escenario fantástico, al más puro estilo kitsch, donde se recrea un mundo tropical, sofisticado, en tecnicolor como corresponde a ese tipo de cine que persigue el gran espectáculo y que es precisamente el universo en el que se suceden todas las tramas de la historia. Una escena repleta de situaciones cómicas entre elementos del folclore mexicano; llena de grandes flores y frutas, de colores necesariamente llamativos y, sobre todo, de buena música”.
Como nos recordaba el “diario de navarra”:
El tenor pamplonés José Luís Sola protagoniza “El cantor de México” en el Palau de les Arts de Valencia
Emula al célebre Luis Mariano en este cruce entre opereta y musical de Broadway donde comparte escenario con la actriz Rossy de Palma
El tenor navarro José Luis Sola protagoniza de nuevo “El cantor de México”, opereta estrenada en el madrileño Teatro de la Zarzuela en 2017 y que cinco años después se repone en el Palau de Les Arts de Valencia.
A partir del día 2 de noviembre, Sola volverá a compartir escenario con la actriz Rossy de Palma, quien interpreta a la diva Eva Marshall. En total se representarán seis funciones, en concreto los días 2, 4, 6, 9, 10 y 12 de noviembre.
Considerada un cruce entre la opereta y el musical de Broadway, “El cantor de México” destaca por su mestizaje, dando cabida a estilos tan variados como el mambo, el jazz, el charlestón, el bolero, la canción vasca y el folklore mexicano. “Lo bonito es poder adaptarse a todo tipo de músicas. Cada una de las interpretaciones son diferentes. Todas tienen una gran dificultad, pero para mí es un disfrute continuo”, asegura el tenor.
El tenor pamplonés interpretará temas como ”México”, “Maïtechu” o “Acapulco” en una espectacular puesta en escena en la que participan 80 personas. La escenografía, obra de Daniel Bianco, destaca por su exuberancia y colorido, con presencia de elementos gigantescos, como frutas y flores.
Durante la obra se suceden a gran velocidad los cambios de escena y vestuario: “Para mí es un ‘tour de force’ porque no paro ni un momento, hasta el punto de que los cambios de vestuario los hacemos a pie de escenario. Ese es uno de los secretos de este montaje, que no hay un respiro. Además, es un espectáculo muy completo y agradable de ver”.
Este artículo apareció en la edición impresa del jueves 21 de septiembre de 2006 en El País:
La acción arranca en unos estudios cinematográficos, en pleno drama: la estrella masculina ha abandonado el rodaje. Pero ya se sabe, el mundo del espectáculo tiene horror al vacío y a estrella muerta, estrella nueva. Conseguir el puesto, seducir al productor y a la diva femenina son los dos desafíos por vencer. Tras muchos embrollos y no menos canciones, el éxito llega para quien al principio no era sino un modesto carpintero.
La puesta en escena de 1951 también tenía horror al vacía y de ahí que el director contase con 200 figurantes y tres compañías de baile. La del propio teatro y dos llegadas de España. La de Emilio Sagi es elegante y prefiere llenar con un autentico despliegue de color, decorados y efectos especiales.
Rossy de Palma impone su arrolladora personalidad desde su primera aparición y es indiscutible que contribuye eficazmente a la comicidad y tono alegre y jocoso del espectáculo.
Acostumbrados al feísmo y minimalismo que impera en la escena operística actual, este montaje es un regalo a la vista. Con su variedad, con sus abundantes cambios de escena, con sus excesos, con su desborde de eso que llaman kitsch, con esa sensación en muchos momentos de estar a punto de salir Carmen Miranda. La puesta en escena favorece un desarrollo ágil y divertido de una obra ligera que propugna el puro entretenimiento, algo legítimo y que, desde luego, es bien recibido y tiene su lugar en el mundo artístico.
Estética kitsch: ¿quién decide lo que es el mal gusto?
Según García, «Milan Kundera hablaba de ello a colación del kitsch soviético: al tratarse de una cultura fácil de consumir, muchas veces el kitsch se ha usado como una especie de narcotizante colectivo o incluso coladero propagandístico disfrazado de ocio».
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