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«El jardín de Monforte» en Valencia, con una NOVA DIMENSIÒ


 Valencia sigue siendo la gran desconocida tanto para el viajero que la vista como para el propio ciudadano que la habita, por eso la Revista Nova Dimensiò y la Agencia Nuevas Dimensiones, nuevamente se han unido para ofrecer esas aristas que apenas son conocidas como sucede con:

«El jardín de Monforte»

Un jardín de la burguesía ilustrada del XIX al servicio de los valencianos y visitantes

La entrada, gratuita, se realiza por el palacete de la calle Monforte, entre el inicio del Paseo al Mar y la Alameda, muy cerquita de los jardines de «Viveros».

El horario de apertura del jardín: del 21 de marzo al 20 de septiembre es de 10.30 a 20.00 horas y del 21 de septiembre al 20 de marzo de 10.30 a 18.00 horas.

Siempre que acedemos a este lugar nos sorprende su tranquilidad y ensueño; nos sorprende cómo, estando rodeado de varias de las zonas de más circulación de la ciudad, sigue siendo un remanso de quietud, por lo que es utilizado diariamente por mucha gente que desea relajarse, leer o simplemente pasear bajo la agradable sombra de sus árboles.

El origen del jardín corresponde a un huerto de extramuros de Valencia, propiedad de Don José Vich, (antes Manglano Ruíz) Barón de Llaurí. Entre 1847 y 1849 la finca fue  vendida a Don Juan Bautista Romero, Marqués de San Juan (1807-1872),  que pago por él 80.000 reales.

La transformación de la finca fue encargada al valenciano Don Sebastián Monleón Estellés (1815-1878) quién diseño un pabellón de recreo y la modificación del resto del terreno en un huerto y un jardín. Este arquitecto fue también autor de la Plaza de Toros, y para 1859 las obras del jardín ya estaban acabadas.

Al morir el Marqués de San Juan en 1872, la propiedad  pasa a su esposa que la deja en herencia a una de sus sobrinas, Doña Josefa Sancho Cortés. Doña Josefa contrae  matrimonio con Don Joaquín Monforte Parrés, y a partir de ese momento se produce el cambio de nombre y toma su actual denominación.

Tomando en cuenta las características del jardín: el artístico trazado neoclásico,  el pabellón de descanso, las 33 estatuas de mármol diseminadas a lo largo y ancho de los parterres, la montaña diseñada para romper la monotonía del terreno y la colocación de un mirador, los estanques y fuentes, la gran pérgola y otros detalles, a instancias de Xavier de Winthuysen (el jardinero sevillano de la Generación del 27), y por decreto de 30 de mayo de 1941 es declarado como Jardín Artístico Nacional. Actualmente está declarado como Bien de Interés Cultural (BIC).

En 1970, pasa a ser propiedad municipal y tras la rehabilitación del Palacete y del trazado artístico neoclásico del jardín fue abierto al público en 1973.

La visita a los “Jardines de Monforte” se pueden estructurar en tres partes: el pabellón de descanso o palacete, dos pequeños jardines de tipo privado o intimista que flanquean el edificio, uno a cada lado de sus fachadas interiores y la tercera parte los jardines propiamente dichos que ocupan la mayor extensión del terreno, casi once mil metros cuadrados.

El pabellón de recreo es un sencillo edificio de estilo academicista francés con planta rectangular, dos pisos y terraza, y una pequeña linterna octogonal en el centro. Por la izquierda se acceda a la parte íntima del palacete a través de una escalinata cuyas paredes se decoran con nueve figuras femeninas pintadas al temple y otros tantos medallones con amorcillos, y conduce al piso principal, donde hay varias estancias en torno a una central. La fachada principal tiene una gran balconada y recae a uno de los pequeños jardines.

Actualmente el pabellón de recreo se utiliza para la celebración de las bodas civiles con la intención de dar mayor boato a este tipo de celebraciones.

De los dos pequeños jardines intimistas que tiene alrededor el pabellón destacamos el que enfrenta a la fachada principal y que se caracteriza por un espacio cerrado por un pequeño muro de escasa altura en cuyo centro encontramos una alberca rodeada por un pequeña verja de hierro con un surtidor en el centro con un “niño cabalgando sobre un cisne”. Una sencilla portada formada por un arco de medio punto, adornada con dos dragones o grifos y a la que se accede por una pequeña escalera que salva el desnivel del terreno, permite el paso a los jardines. A este lugar se le suele denominar “Glorieta de los Arcos”.

Estos jardines guardan también una curiosidad:

LOS LEONES del Congreso de los Diputados de Madrid

El segundo de los jardines está situado en otro de los lados de la casa y es de forma semicircular, llama la atención por la existencia de una portada que da acceso a una de  las zonas ajardinadas desde el palacete. Está formada sencillamente por dos jambas sin dintel rematadas por jarrones a las que da entrada una escalera.

Custodiando la escalera hay colocadas las estatuas de dos leones presidiendo la entrada. Cuenta la historia que estas figuras fueron realizadas para ser colocadas en la entrada del Congreso de los Diputados de Madrid pero que, en el último momento, las dimensiones no parecieron a sus señorías acordes con el “magno edificio” y decidieron la ejecución de otras en bronce de mayor tamaño.

Coincidió que Don Juan  Bautista era por aquel entonces diputado del partido Moderado  en Madrid y, cuando los leones de piedra fueron retirados, optó por comprarlos y traerlos a los Jardines de su finca en Valencia.

Los leones están esculpidos en  piedra blanca de Colmenar (Madrid), son obra de José Bellver Collazos (Ávila 1824-Madrid 1869) y fueron realizados hacia 1850.

Se puede ver un poco más de esta historia copiando la ruta del siguiente enlace:

http://nuevadimensiondeportiva.blogspot.com.es/2017/01/los-leones-del-congreso-de-los.html

En la tercera parte es donde la vegetación adquiere exuberancias y efectos de jardín paisajístico en torno a un montículo artificial rodeado de añosos pinos y otras especies arbóreas que hacen reflejar sus sombras sobre la tersura cristalina del agua remansada en el gran estanque o lago artificial, de más de 20 metros de diámetro con surtidores a su alrededor y en el centro. Las grutas, los senderos y pasadizos rústicos que se encuentran en este montículo confieren al conjunto un carácter romántico que invita a su disfrute.

Aquí se plantaron ejemplares de la jardinería de moda en aquel momento y con el tiempo,  ha resultado que se pueda disfrutar de auténticas joyas botánicas como el “gran ginkgo” (Ginkgo biloba), “los coculos” (Cocculus laurifolius), “los cipreses fúnebres” (Cupressus funebris), “las magnolias” (Magnolia grandiflora), o la “eritrina” (Erythrina cristagalli). ¡Todo un refrescante placer para los visitantes!

El total lo compone una superficie de casi once mil metros cuadrados de vegetación, protegidos por un alto muro perimetral y en él encontramos gran cantidad de bellas estatuas y jarrones, relajantes fuentes ornamentales y figuras de plantas recortadas, árboles y arbustos de gran belleza y antigüedad, setos recortados y zonas de flor que hacen de este jardín uno de los más bellos de la Ciudad de Valencia.

Recuperado para la ciudad por el Ayuntamiento de Valencia, después de la riada de 1.957 y abierto al público en la primera Iberflora (1.972), es gestionado y mantenido por la Fundación Pública Municipal de Parques y Jardines Singulares desde 1.984.

 En resumen, los valencianos hemos tenido la suerte de que las sumas considerables que se invirtieron en la plantación y ornato de este jardín, que en aquel entonces competía en hermosura con el cercano «Hort de les freses» y el de “Ripalda”, ambos desaparecidos, y que, al parecer, tan grata hacían la llamada «Volta del Rossinyol» siga estando para nuestro disfrute.

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